Bienvenido a la Ignorancia

El que escribe sentimientos lo hace sin ser consciente realmente de dónde salen esas emociones. Pues, si lo supiera, el pudor de los convencionalismos sociales aspiraría cada gota de tinta atemporal que pudiera emerger de su pluma, bloqueándola. Y no existiría escritor alguno, nada más que un impostor postrado ante un folio en blanco. Nada más que un niño asustado pero intrigado ante la posibilidad de contar algo, una historia, el contenedor de un sentimiento.

No juguemos al tetris con las palabras del que escribe, no construyamos esfinges ni feas quimeras con lo que un autor ha vomitado. En vez de eso, leamos, imaginemos, identifiquemos en los elementos que se nos ofrecen figuras de nuestros mundos propios. Nuestra historia.

Entre estas páginas hay diferentes versiones de un autor. Distintos tiempos y épocas. Diversas inquietudes. Hay un adulto y hay un adolescente. Y siempre hay un escritor imperfecto ilusionado por la idea de acariciar corazones hablando del suyo propio.

Noviembre de 2020

 

Lo que soy, he sido y seré… expuesto así, en pequeñas dosis dilatadas en un mar de tiempo desmedido.  No para que me conozcáis, ni para que sepáis de mí ni de mi vida, de mis fracasos o de mis triunfos. Es mi intención crear una literatura abierta en interpretación, en la que podáis identificaros dentro de sus mundos. Y reflexionar, quizá.

Así, os invito a que leáis en mis sudaderas vuestra propia idea de lo frío del tiempo, en mis magos ermitaños vuestra propia idea del olvido, en mis seres venerados vuestras propias figuras idílicas.

Dichosa la ignorancia del que escribe, simplemente, lo que su vida y su corazón le van regalando.

Dichosa la ignorancia del que lea sin juzgar, con la suficiente libertad como para escapar de lo superfluo y llegar un poco más allá.

Febrero de 2013